En esta fecha, la Plaza 9 de Julio se convierte en la manzana donde convergen todos los sectores sociales, culturales y políticos de la provincia de Salta. Es un momento intenso en donde imágenes y sensaciones se suceden hasta las lágrimas. 

El Milagro comienza en Salta en el momento de la entronización de las imágenes, comúnmente se realiza a finales del mes de julio. Es cuando son ubicadas más cerca del pueblo a espaldas al Altar Mayor de la Catedral Basílica. 

Es el momento en el que el pueblo salteño sabe que tanto el Señor como la Virgen han salido al encuentro y esto genera un profundo movimiento que al menos en la pequeña urbe comienza con las largas filas de chicos que a media mañana abandonan sus escuelas para asistir a misa en la Iglesia de calle España.

Al mismo tiempo, se instala la novedad entre quienes no habitan en la capital, gracias a esa serie de calendarios festivos del interior siempre presente. Aparecen así las entronizaciones que siguen el estilo de los misachicos. Imágenes de pequeño porte de los patronos salteños surgen de a poco en capillas austeras o entre vecinos. Todos encienden velas, como quien busca dibujar con su luz un mapa racimo de conexiones. Estarán presentes en la Puna y el Altiplano hasta en rincones alejados como Iruya o Nazareno, en los pueblos vallistos que siguen la línea del río Calchaquí o en conjuntos dispersos de caseríos o ranchitos de quienes prefieren vivir entre contornos de quebradas.

Cuando inicia el mes de Setiembre el Milagro se acelera. El rezo del novenario pone los relojes en cuenta regresiva. Todas las mañanas, cada mediodía, aparecen bicicletas sencillas arrimadas sobre el tronco de los naranjos que rodean la manzana principal de la ciudad, mientras sus dueños, de cara a la Catedral, leen calladamente de un pequeño librito. Hombres en traje o corbata, mujeres que se escaparon de la oficina, gente sencilla sin mayores distinciones, cumplen con el ritual del novenario. Los ancianos pulcramente vestidos estarán sentados en los verdes bancos, junto a otros amigos o conocidos con quienes renuevan durante este breve lapso, el ritual del encuentro en la plaza de todos. Muy cerca de ellos aparecerán los lustrabotas haciendo su trabajo mientras el cliente de turno es también parte del Milagro. A atardecer, los jóvenes, y siempre los vendedores ambulantes que ofrecen ahora sólo elementos relacionados a la Fiesta. 

Ya a ésta altura el interior de la Catedral es una cotidiana romería de gente. Los confesionarios aparecen por todos lados. Las misas aumentan en número. La pequeña sala contigua a la nave principal de la Iglesia nunca estará vacía. Algunos entrarán curiosos por conocer su interior, pero inmediatamente verán las caras de la gente local que con sólo una mirada les piden respeto ante lo que allí ocurre. Muchos lo harán con un ramo de claveles que compraron en los puestos sobre calle Mitre. Y otros traerán consigo pequeños símbolos de imaginería religiosa que adquirieron en las santerías de la ciudad. Ahora, todos intentarán llegar hasta el lugar donde se encuentran las imágenes, lo más cerca posible, ya sea para dejar las flores a sus patronos, o bien para entregar esa pequeña pieza que simboliza el pedido que se realiza y la promesa a cumplir. Cura de enfermedades, buena salud, prosperidad, bienestar, matices de lo humano que resumen las necesidades de todos.

Hasta que llega el 15 de septiembre, el día tal vez, más especial del año para los salteños. 

Emociona y riza la piel, el rítmico tañir de las campanas, la multitud que saluda con pañuelos blancos a sus Patronos mientras aparecen por las puertas laterales en una nube de claveles rojos o blancos; el aroma de los naranjos; la interminable multitud que acompaña, visible solamente en toda su cuantía cuando toma las calles de la ciudad hasta llegar al acto principal de renovación del Pacto de Fidelidad con los Santos Patronos, que se celebra al pie del monumento 20 de Febrero.

El regreso de las imágenes tras el pacto renovado; y el momento cuando ingresan otra vez a su morada mientras tañen las campanas, los pañuelos blancos anuncian la despedida y una sirena suena sin cesar para que quienes están en sus casas recuerden lo que ese día se celebra. 

Es el momento en el que los salteños saludan a sus Santos Patronos que se ubicarán en sus respectivas naves, en la Catedral Basílica, hasta el próximo año para renovar ese pacto de amor con el pueblo de Salta.

Para infromación sobre cronograma: Catedral de Salta